Ignición de anécdotas

 

¡Ah! ¡Ese aroma de tierra y pasto mojados que se
cuela, implacable, por el portón entreabierto del hangar!. Los primeros repiques de gotas gruesas sobre las chapas, un viento frío y gris de otoño que no resulta agresivo; mas bien se parece a ese amigo incondicional que te pone la mano en el hombro y te canta las verdades que otros no se animan.

Al principio fastidia, pero después entendés y valorás que te ponga en tu lugar y, finalmente, los hombres guarecidos en aquella cueva de metal que huele a hidrocarburos varios, se dan cuenta que estaban demorando el encendido de la hornalla. Ignición inminente de un día en el que sólo volaran las anécdotas. (¡Ojo con las que cuenta Alfredo Escudero...  no todas son ciertas...! Mucho menos aquellas en las que  el que suscribe pudiera estar involucrado!) 

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